Taller biciescuela Mujeres al Pedal

Paola Becerra – Colaboradora de Reflexión y Acción Feminista

Reflexión y Acción Feminista es una colectiva que, desde el 2014, contribuye a la construcción de realidades donde las mujeres y otras identidades disidentes nos desarrollemos en libertad, igualdad y goce, generando aprendizajes colectivos y articulación entre nosotras en Mérida, Yucatán. Desde su conformación para nosotras, era claro, que un territorio a recuperar era el espacio público, entre muchos otros que nos han sido arrebatados por las violencias machistas. Pero si algo hemos aprendido en este andar es que hacerlo desde el goce y la articulación comunitaria es esencial para poder generar realidades más amables y sostenibles en el tiempo, aunque no menos válido es hacerlo desde la digna rabia, esta primera estrategia nos ha resultado sumamente útil y gratificante.

Retomar el espacio público, juntas, derivó en dos reflexiones: desde dónde y cómo retomarlo.

Desde dónde: de donde también formamos parte, pero se nos ha negado históricamente, desde donde se vive con más latencia el acoso callejero, en las zonas de la ciudad en donde la bicicleta no tiene cabida como medio de transporte, en aquellos espacios peatonales en donde la diversidad funcional, tipos de cuerpos y roles de cuidado no sólo no caben, sino que estorban; a todos estos espacios queremos llegar.

Cómo: con la bicicleta como herramienta para empoderarnos, para encontrarnos, para dialogar, para sentir las ciudades desde otras formas y otros ojos.

Pero sabemos que no todas las mujeres han tenido la oportunidad de hacerlo desde ahí, aunque la bicicleta históricamente se nos ha negado por mitos patriarcales, ahora sabemos que fortalece la autonomía; y no hay nada más peligroso que una mujer libre.

Desde pequeñas nos dicen que no debemos usar mucho la bicicleta porque nos pone en riesgo, porque podemos perder la virginidad (¡el mayor mito urbano de nuestra historia! pero bueno, esa ya es otra), porque no debemos andar solas por las calles, en vez de cuestionar a quienes generan ese peligro latente en ellas… y así, un sinfín de etcéteras. El taller de Mujeres al Pedal se forma de cuatro sesiones, en donde juntas y poco a poco nos vamos acercando a entender cómo funciona la libertad.

En el primer módulo aprendemos sobre qué es una bicicleta, qué partes la componen, qué elementos son indispensables para su funcionamiento y cuáles nos hacen más fáciles los traslados. Aprendemos sobre la gran diversidad de tipos de bicicleta que existen, y cuál de ellas se adecúa mejor a nuestras necesidades y nuestro día a día. Porque no es lo mismo ser mujer joven y tener traslados a la escuela, que ser mujer joven, madre, con traslados diligenciarios combinados con la crianza, o una mujer deportista que sólo quiere rodar a la costa o adentrarse en el monte… En fin, contextos infinitos, y la bicicleta se amolda a todo ellos, aunque muchas veces la realidad es que nosotras nos ajustamos a ella, ya sea porque es la que pudimos comprarnos o es la que nos regalaron en navidad. Como sea que sea, la bicicleta tiene la posibilidad de adaptarse, y nosotras a ella.

En el segundo módulo ponemos en práctica la supervivencia ante los imprevistos ¿Qué mayor desastre que se te ponche una llanta cuando ya es noche y vas sola en tu traslado? por eso en este módulo aprendemos todo lo que necesitamos de mecánica básica: reparar tu llanta, ajustar los frenos, dar mantenimiento a la cadena, entre otros saberes colectivos. Nos han hecho creer que la mecánica es un “oficio de hombres”, pero nosotras sabemos que no, y siempre recordamos a la abuela con su famosa frase: “es maña, no es fuerza” y como siempre, tienen toda la boca llena de razón.

En el tercer módulo aprendemos a movernos en la ciudad, porque no es lo mismo saber andar en bici que saber usarla como medio de transporte, bajo esa misma lógica deberían regirse también los otros medios de transporte, pero bueno, hasta que evalúen algo más además de poder estacionarse en paralelo, desde acá, seguiremos insistiendo… Uno de los límites más grandes para no usar la bicicleta como medio de transporte es el sentir que no lo merecemos, que las calles no nos pertenecen, como nos han querido hacer creer; pero encontrándonos, dialogando, compartiendo desde la experiencia propia y de otras ciclistas nos damos cuenta, que esto también es un mito. La percepción de seguridad cambia cuando entendemos cómo podemos generar estrategias para defendernos, el lenguaje que podemos usar para comunicarnos con las otras personas que transitan en las vías.

Algunos saberes que se comparten en este módulo son acerca de cómo trazar una ruta dependiendo de nuestras capacidades e intereses, cuándo es mejor tomar una avenida o una calle secundaria, qué elementos llevar contigo en el traslado, cómo encadenar una bicicleta para que puedas defender a tu compañera, qué hacer en caso de emergencia o hecho de tránsito, y sobre todo, cómo mantenernos vivas y alegres en las calles.

En el cuarto módulo hacemos una revisión muy sencilla y en un lenguaje accesible de la normativa de tránsito estatal, los tratados internacionales a los que México se ha suscrito (que nunca lee pero, siempre firma 🤭) que existen a favor de los derechos peatonales y ciclistas, las señaléticas que comúnmente vemos en la ciudad de Mérida. En esta sesión analizamos la infraestructura vial de nuestra ciudad, nos acercamos aún más a nuestros derechos y obligaciones como ciclistas, e imaginamos juntas otras ciudades posibles.

Los talleres solemos ofrecerlos dos veces al año, dependiendo de las las capacidades organizativas de la colectiva y las condiciones del momento lo permitan, en los momentos de aislamiento durante la pandemia por COVID-19 facilitamos dos sesiones de este taller en formato virtual, satisfaciendo la necesidad de otras de encontrar formas más seguras de hacer sus traslados, cuando el transporte público no era opción. Ahora con más información y acceso a medidas de prevención, es que decidimos llevar este taller al espacio público de nueva cuenta. Contar con el apoyo de Estrategia Misión Cero y la empresa Cemex también fue un gran detonante para decidirnos a retomar el proyecto después de tantos meses de optar por el activismo digital como único espacio.

Con este taller esperamos seguir encontrándonos en las calles, y construyendo con otras y otres alternativas para hacer de nuestras ciudades entornos más humanos, habitables y más amables.

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